domingo, 29 de junio de 2014

Each day has its song

Punto de inflexión entre el ayer y el mañana, el hoy se alza repleto de cambios. Cierro un capítulo de siete años de mi vida y reabro otro.

Son días convulsos, de tiempo escaso, de preparación de vacaciones (merecidas, a mi juicio), que provocarán un relativo abandono del sitio (no temáis, estoy pasándomelo en grande en Francia). Así que, en vez de colgar el típico cartel de "Cerrado por vacaciones", os propongo esta aventura musical.

Podéis pinchar, por defecto, en la canción del día. Aunque claro, yo sería el primero en hacer trampas y regalarme todas y cada una de estas canciones, todas y cada una de las veces que pinchara por suerte o por error en este blog. Admito que he tenido que echar mano de Internet para encontrar una canción para el miércoles, un día que al parecer, a casi nadie le inspira nada (e incluso cuando lo hace, fijaos a qué horas tan intempestivas). Todas las demás son compañeras habituales en mis trayectos de coche.

Sunday Morning, de The Velvet Underground (1966). Mi canción preferida del famoso disco de la banana, la que abre el álbum aunque en realidad fuera la última en ser compuesta. Un sonido menos ruidoso de lo habitual, con el sonido de celesta que le da ese toque peculiar de "caja de música".




Monday monday, de The Mamas & The Papas (1966). Una curiosidad: fue el primer número uno en España de Los 40 principales. Canción simple y pegadiza.




Tuesday's Gone, de Lynyrd Skynyrd (1973). Una de las canciones más conocidas de esta banda emblemática de rock sureño, incluida en su primer álbum. Poderosa balada.



Wednesday Morning 3 a.m., de Simon & Garfunkel (1964). Álbum debut del conocido dúo, aunque no es una de sus canciones más conocidas. Aunque apuesto lo que sea a que, al menos, una de las canciones de este disco SÍ que la habéis escuchado todos. Por las malas (como debe ser), o por las buenas...


Thursday Morning, de Giles, Giles and Fripp (1968). Antes de ser King Crimson y dar el definitivo pistoletazo de salida al rock progresivo, los acordes de Robert Fripp sonaban así...


Friday on my mind, de Gary Moore (1987). Aunque se trata de un tema del año 66, el más conocido de la banda australiana The Easybeats, a mí la versión que me llega es la del mítico rockero muerto en Estepona en 2011.



Saturday in the park, de Chicago (1972). Único hit del quinto álbum de la banda que iba a vivir un lustro plagado de éxitos y que, tras diversos desatinos, contratiempos y trabajos menores, se han arrastrado como han podido hasta nuestros días, lo que la convierte en una de las bandas más longevas que conozco.




En: Música

miércoles, 25 de junio de 2014

Señor Prokouk, cineasta

Hace tiempo hicimos un acercamiento al realizador checo Karel Zeman, así que ya no es ningún desconocido para los lectores de este blog. Hoy os propongo compartir las cuitas del señor Prokouk, un personaje recurrente en los primeros cortometrajes de Zeman. En esta ocasión, el señor Prokouk querrá hacer cine.

Se trata de Pan Prokouk filmuje (El señor Prokouk, cineasta), cortometraje de 1948 en stop-motion, técnica por el que fue premiado en el III Festival de Cine Internacional de Checoslovaquia. Como siempre, el cine de Zeman va dirigido a los más pequeños, pero hay una gran carga crítica que pasó desapercibida incluso para las autoridades del momento (fijaos en el detalle de los carteles de Mickey y de Donald colgados en el despacho del productor de cine, y el desprecio con el que trata un "drama lírico").



En: Cortometrajes

martes, 24 de junio de 2014

Últimas vanidades

Dejé en la recámara, tras mi última entrega de vanidades, las que muestro a continuación. Sin duda, menos jaraneras que aquéllas. Se trata de revisiones del género, relativamente recientes, que muestran una vez y otra, el esqueleto. El hueso que postergará nuestra existencia más allá de la carne, tenida ésta siempre por nuestra parte mortal, pero que ni siquiera con su dureza, logrará acariciar el sueño de la inmortalidad que toda vanitas muestra como superfluo.

El artista californiano Gage Opdenbrouw compone toda una serie de rostros descarnados (cuando no sin rostro), a la que titula "Día de los muertos". Dicho título nos remite a las celebraciones prehispánicas que se celebran en México, resultando el siguiente cuadro una combinación de las dos tradiciones: la del rito mesoamericano de la muerte (y todos sus complejos ritos que mezclan veneración, espanto o burla) y la del bodegón europeo que aleccionaba acerca de la vanidad de nuestros mundanos anhelos.

© Gage Opdenbrouw
Vanitas, 2006


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El ilustrador y pintor madrileño Fernando Vicente Sánchez (n. 1963) dedica toda una serie de pinturas a las vanitas. Os traigo esta muestra, e invito a conocer el resto de vanidades en su blog. Como si de una sesión de rayos X se tratara, Fernando Vicente destruye la belleza del rostro simplemente "destapando" la realidad del cuerpo humano: un amasijo (recordaréis la canción) hecho de cuerdas y tendones, un revoltijo de carne con madera...

© Fernando Vicente
Vanitas - Corazonada, 2008


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Más respetuosos con la tradición son las vanidades de Adèle Wagstaff y Eduardo Alvarado, con las que cierro esta entrada. La pincelada suelta de Adèle, con predominio de tonos grises y apagados, en el que destaca ese fruto (¿un albaricoque?), detalle que me ha recordado mucho a Cezanne.

© Adele Wagstaff
Vanitas, 2007


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El pintor burgalés Eduardo Alvarado también ha mostrado cierta atracción por el hueso en sus lienzos, composiciones minimalistas de pequeñas dimensiones con obsesiones monocromáticas y primitivistas. Hay algo zen en sus pinturas, una invitación a ver el objeto más allá del objeto.

© Eduardo Alvarado
Vanitas, 2008




En: Arte

martes, 17 de junio de 2014

La vanidad es rosa

La condición humana. Me seduce mirar, una y otra vez, la humana calavera. Símbolo de nuestra condición efímera, y de la vanidad de nuestros actos y pensamientos.

La reflexión sobre la condición humana no conduce, de la mano de artistas contemporáneos, necesariamente a especulaciones más o menos sombrías. Rescatan la dosis de ironía que ya los maestros flamencos del siglo XVII dejaban adivinar en sus obras, a veces mirando con sarcasmo las glorias vanas de la belleza; en otras, pintando la otrora circunspecta osamenta de un divertido color rosa.

Los fotógrafos Roberto González Fernández y David Trullo confeccionaron este divertido montaje fotográfico donde se fotografiaron a sí mismos disfrutando de los "placeres de la vida" (pata de jamón serrano incluida), sobre el túmulo en el que yacen jóvenes. Juventud que, sin esos "placeres", ¿en qué hubiera quedado?

Vanitas vanitatis, 2007
La siguiente es obra del escultor estadounidense Nathan Mabry (n. 1978), presenta dos calaveras de bronce sobre pedestal de madera. Las máscaras de animales (la trompa de un elefante para la escultura masculina y el hocico de un camello para la femenina) dotan a la pareja escultórica un sentido histriónico de múltiples interpretaciones. No descarto las sexuales.

Vanitas-She y Vanitas-He, 2008

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Por último, la obra de Lola Kabuki, que parte de un dibujo original con tinta y acuarela. El resultado es una obra irreverentemente colorida tras sufrir un proceso de retoque digital. Y esa irreverencia es la que marca la tendencia: no nos divierte la muerte, pero al menos se procura que no nos amargue la vida.

La muerte es rosa, 2014
Enlace: Lola Kabuki


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No he podido resistirme a la tentación de pensar en esa otra muerte rosa de André Breton, que no explica pero tampoco contradice las vanidades que aquí se exponen.

La muerte rosa
(La mort rose)

Los pulpos alados guiarán por última vez la barca cuyas
velas están hechas de ese solo día hora a hora
Es la velada única tras la cual sentirás subir por tus cabellos
el sol blanco y negro
De los calabozos rezumará un licor más fuerte que la muerte
Cuando se la contempla desde lo alto de un precipicio
Los cometas se posarán suavemente en los bosques antes
de fulminarlos
Y todo pasará dentro del amor indivisible
Si el motivo de los ríos nunca desaparece
Antes de que sea completamente de noche observarás
La gran pausa de la plata
Sobre un pescador en flor aparecerán las manos
Que escribieron estos versos y que serán husos de plata también
Y también golondrinas de plata sobre el oficio de la lluvia
Verás el horizonte abrirse y de pronto habrá acabado el
beso del espacio
Pero el miedo ya no existirá más y los cristales del cielo y del mar
Volarán por el viento con más fuerza que nosotros
Qué haré yo con el temblor de tu voz
Sonríe danzarina alrededor del único lustro que no caerá
Trampa del tiempo
Subiré los corazones de los hombres
Para una suprema lapidación
Mi hambre dará vueltas como un diamante demasiado tallado
Trenzará los cabellos de su hijo el fuego
Silencio y vida
Pero los nombres de los amantes se olvidarán
Como la adónica gota de sangre
En la luz enloquecida
Mañana engañarás a tu propia juventud
A tu gran juventud luciérnaga
Los ecos solos harán moldes de todos los lugares que existieron
Y en la infinita vegetación transparente
Te pasearás con la celeridad
Que se pide a los animales de los bosques
Acaso te desgranes entre mis despojos
Sin verlos lo mismo que uno se arroja sobre un arma fluctuante
Pero yo perteneceré al vacío semejante a los Peldaños
De una escalera cuyo movimiento se llama muy penoso
Para ti los perfumes desde entonces los perfumes prohibidos
Lo angélico
Bajo el musgo esponjoso y bajo tus pasos que no existen
Mis sueños serán vanos y formales como el rumor de los
párpados del agua en la sombra
Me introduciré en los tuyos para sondear la profundidad
de tus lágrimas
Mis llamadas te dejarán dulcemente vacilante
Y en el tren hecho de tortugas de hielo
No tendrás que tirar de la señal de alarma
Llegarás sola a esta playa perdida
Donde una estrella descenderá sobre tus equipajes de arena

Versión de Manuel Álvarez Ortega

En: Arte, Poesía

sábado, 14 de junio de 2014

Realismo poliédrico

Aprovecho la nueva exposición, que podremos visitar hasta el 30 de junio, para presentaros el último trabajo de Daniel Vega, cuya obra ya presentamos aquí de forma más extensa. Ya me enteré que la inauguración, el pasado día 6 en la galería La Canalla, fue todo un éxito. Así que ya sabéis, si pasáis por Málaga, no dejéis pasar la oportunidad.

Daniel Vega, Serie 02 - G.
Serie 02 - G. (2014)

En: Arte

miércoles, 11 de junio de 2014

Estando el diablo ocioso...

Pues como lo oís. Existe la lista de las diez peores canciones de Bob Dylan. Fue publicada por la revista Rolling Stone, tras realizar una encuesta a sus lectores. Vayamos a por una de ellas, que rescato del infierno al que ha sido relegada (y perdón por citar la palabra infierno, precisamente en este disco que supondría el primer álbum cristiano del bueno de Dylan). Se trata de "Man gave names to all the animals" (El hombre le puso nombre a todos los animales), un tema inspirado en el Génesis bíblico, con ritmos reggae, con un corte abrupto al final (me imagino que por eso no gustará, aunque tiene su justificación, pues evita nombrar la serpiente), con unas letras que al menos el público infantil recibió con entusiasmo en forma de libro, con ilustraciones de Jim Arnosky. En realidad, se trata del desarrollo de un pasaje del Génesis, que dice así: "Y el Señor Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada.".

Os dejo con la canción (que está lejos de ser de las diez peores de Dylan), aunque me he tomado la licencia de sustituir los dibujos de Arnosky por una galería más apropiada para los lectores de este blog.



Man gave names to all the animals


Man gave names to all the animals
In the beginning, in the beginning
Man gave names to all the animals
In the beginning, long time ago

He saw an animal that liked to growl
Big furry paws and he liked to howl
Great big furry back and furry hair
“Ah, think I’ll call it a bear”

Bear family, Niko Pirosmani (1917)

Man gave names to all the animals
In the beginning, in the beginning
Man gave names to all the animals
In the beginning, long time ago

He saw an animal up on a hill
Chewing up so much grass until she was filled
He saw milk comin’ out but he didn’t know how
“Ah, think I’ll call it a cow”

Man gave names to all the animals
In the beginning, in the beginning
Man gave names to all the animals
In the beginning, long time ago

He saw an animal that liked to snort
Horns on his head and they weren’t too short
It looked like there wasn’t nothin’ that he couldn’t pull
“Ah, think I’ll call it a bull”

The Steer, Franz Marc (1911)

Man gave names to all the animals
In the beginning, in the beginning
Man gave names to all the animals
In the beginning, long time ago

He saw an animal leavin’ a muddy trail
Real dirty face and a curly tail
He wasn’t too small and he wasn’t too big
“Ah, think I’ll call it a pig”

Man gave names to all the animals
In the beginning, in the beginning
Man gave names to all the animals
In the beginning, long time ago

Next animal that he did meet
Had wool on his back and hooves on his feet
Eating grass on a mountainside so steep
“Ah, think I’ll call it a sheep”

Ritorno all’ovile, Giovanni Segantini (1888)

Man gave names to all the animals
In the beginning, in the beginning
Man gave names to all the animals
In the beginning, long time ago

He saw an animal as smooth as glass
Slithering his way through the grass
Saw him disappear by a tree near a lake...


۞


El hombre le puso nombre a todos los animales
En un principio, en el principio
El hombre le puso nombre a todos los animales
En el principio, hace mucho tiempo. 

Vio un animal al que le gustaba a gruñir
Grandes patas peludas, le gustaba aullar
Enorme lomo peludo  y abundante melena
"Ah, creo que lo llamaré oso"

El hombre le puso nombre a todos los animales
En un principio, en el principio
El hombre le puso nombre a todos los animales
En el principio, hace mucho tiempo. 

Vio un animal en lo alto de una colina
Masticando hierba hasta hartarse
Vio salirle leche sin saber cómo
"Ah, creo que la llamaré vaca". 

Pascoli di primavera, Giovanni Segantini (1896)

El hombre le puso nombre a todos los animales
En un principio, en el principio
El hombre le puso nombre a todos los animales
En el principio, hace mucho tiempo. 

Vio a un animal que le gustaba bufar
Cuernos en su cabeza y no precisamente cortos
Parecía que no hubiera nada que no pudiera remolcar
"Ah, creo que lo llamaré toro". 

El hombre le puso nombre a todos los animales
En un principio, en el principio
El hombre le puso nombre a todos los animales
En el principio, hace mucho tiempo. 

Vio un animal dejando un rastro de lodo
Una cara realmente sucia y un rabito enroscado
No era demasiado pequeño ni demasiado grande
"Ah, creo que lo llamaré cerdo". 

Portrait of Pig, Jamie Wyeth (1970)

El hombre le puso nombre a todos los animales
En un principio, en el principio
El hombre le puso nombre a todos los animales
En el principio, hace mucho tiempo. 

El siguiente animal que se encontró
tenía lana en el lomo y pezuñas como pies
Comiendo hierba en una ladera muy inclinada
"Ah, creo que la llamaré oveja". 

El hombre le puso nombre a todos los animales
En un principio, en el principio
El hombre le puso nombre a todos los animales
En el principio, hace mucho tiempo.

Vio un animal tan liso como el cristal
Deslizándose en su camino por la hierba
Lo vio desaparecer tras un árbol cerca de un lago...

Snakes, M.C. Escher (1969)




martes, 10 de junio de 2014

El toro, litografías

Pablo Picasso (1881-1973) realizó, en torno a la Navidad de 1945, una serie de once litografías que se han convertido en una referencia clásica a la hora de comprender los procesos creativos de su autor en el paso de un dibujo naturalista a una obra abstracta. Las once litografías fueron realizadas a partir de una única piedra y suponen un ejercicio de desarrollo progresivo de la forma del toro, desde la impronta naturalista primitiva hasta el hallazgo de las líneas esenciales que conforman a la bestia.

El toro ha sido para el pintor malagueño un referente constante a lo largo de su vida, hallando en él un símbolo nacionalista (a veces, posiblemente fascista); una alusión al triunfo de la bestialidad sobre la humanidad; connotaciones sexuales primigenias asociadas a la virilidad; e incluso, en su estadio mítico como Minotauro, un alter ego del artista.

Hay quien ha visto cada lámina de esta serie como un estadio de la propia evolución de Picasso a través de los distintos movimientos a los que se le asocia. Siguiente esta interpretación, en la primera lámina encontraríamos ecos de su etapa prefauvista, mientras que las siguientes seguirían su evolución de la etapa azul, cubismo (a partir de la lámina 4), esquematización geométrica y primitivismo. Pero a mí me sigue pareciendo que en esa primera lámina hay más de pintura rupestre que de arte de vanguardias, y la sucesiva esquematización responde al desarrollo artístico del arte prehistórico en su cómputo global. Tiene todas las cualidades de esa intencionalidad artística de nuestros antecesores: el carácter mágico y ritual, a través de su depuración. Llegar al alma de la bestia a partir de un proceso analítico de sus formas.

Por mi parte, no considero que esta serie sea la búsqueda, en el aspecto pictórico, de la pincelada primitiva y tampoco que admita una lectura regresiva. O dicho de otra forma: hay primitivismo en todo, pero sí hay una evolución. Una evolución sustancial, hay una búsqueda de la esencia.

Quiero ver, en esta fijación por la representación del toro, algo parecido a la intención de algunos impresionistas (Monet a la cabeza, pero también Pissarro y otros) pintando, una y otra vez, el mismo motivo. Era una pintura obsesiva, donde el motivo pasaba a un segundo plano y donde la captación de la luz se volvía una experiencia mística.

No la luz, pero sí la pincelada infantil, podía ser la clave de esta búsqueda de Picasso.


El toro, lámina 1 (5 de diciembre de 1945)
Aguada de tinta litográfica sobre piedra, estampada sobre papel vitela con filigrana Arches
En esta primera lámina, el toro está pintado con un trazo vivo, muy intuitivo y espontáneo, con contornos muy desdibujados. Veo en él rasgos rupestres, identificando al animal como una parte del todo divino al que se quiere dar caza y cuya alma se invoca.


El toro, lámina 2 (12 de diciembre de 1945)
Tinta litográfica y pluma trabajada, estampada sobre papel vitela con filigrana Arches
Esta segunda lámina está más cargada de tinta y acentúa los rasgos expresivos de la bestia. Pronto, esta disección expresiva quedará abandonada en los estadios posteriores, pero guardamos en la retina la mirada triste del animal, tal vez su abatimiento.


El toro, lámina 3 (18 de diciembre de 1945)
Raspador, pluma y tinta litográfica, estampada sobre papel vitela Arches
Imposible no acordarse aquí del famoso rinoceronte de Durero. Músculos y esqueleto dan fuerza al toro, y son estas líneas de fuerza las que servirán a su posterior diseccionado.


El toro, lámina 4 (22 de diciembre de 1945)
Pluma y raspador, estampada sobre papel vitela con filigrana Arches
A mí esta lámina me recuerda mucho a aquellos pósteres que había en las carnicerías del barrio, donde se identificaban las diferentes piezas en las que el carnicero cortaba el cadáver de la vaca. Ya se entrevé la descomposición cubista y el rostro se convierte en máscara, influencia del arte africano.


El toro, lámina 5 (24 de diciembre de 1945)
Pluma y raspador, estampada sobre papel vitela con filigrana Arches
En esta lámina se inicia un proceso de estilización del toro, eliminación de ciertos detalles realistas y borrado de algunas secciones del toro, a la vez que se acentúan algunas líneas que dotan al animal de una férrea estructura interna. En especial, esa atrevida línea blanca que atraviesa al toro de forma diagonal, de forma paralela al lomo, uniendo la parte superior de su cabeza con los órganos genitales.


El toro, lámina 6 (26 de diciembre de 1945)
Pluma y raspador, estampada sobre papel vitela con filigrana Arches
En esta lámina ya han desaparecido los últimos detalles naturalistas, y nos encontramos con el primer animal puramente abstracto. Contraposición de secciones claras y oscuras, con abundancia de triángulos compositivos. Parece un castillo de naipes, en difícil equilibrio, donde algunas secciones ya han sido sustituidas por meros trazos (patas traseras, cabeza). Pareciera frágil de no ser por ese juego de líneas que sirven de soporte estructural.


El toro, lámina 7 (28 de diciembre de 1945)
Pluma y raspador, estampada sobre papel vitela con filigrana Arches
Finalmente, algunas líneas parece que han cumplido alguna misteriosa función en desarrollos anteriores y ahora han sido desdibujadas o borradas. Queda aún patente el problema del reparto de peso del toro entre las partes posterior y anterior.


El toro, lámina 8 (2 de enero de 1946)
Pluma y raspador, estampada sobre papel vitela con filigrana Arches
Personalmente, no encuentro una evolución entre esta lámina y su precedente. Más bien parecen ser soluciones parciales al mismo problema del equilibrio estructural, resuelto en la siguiente lámina de forma más satisfactoria.


El toro, lámina 9 (5 de enero de 1946)
Pluma y raspador, estampada sobre papel vitela con filigrana Arches
A mi modo de ver, la eliminación del contraste de claroscuros dilucida la tensión del reparto de peso entre la parte delantera y trasera del toro, ya reducido a líneas esenciales y donde la cabeza está resuelta como un divertimento. La única tonalidad oscura de la composición se encuentra en los genitales que, en vez de desequilibrar el conjunto y provocar nuevas tensiones, sirve para enfatizar el elemento viril del animal.


El toro, lámina 10 (10 de enero de 1946)
Pluma y raspador, estampada sobre papel vitela con filigrana Arches
En esta penúltima lámina, se dan por zanjadas las propuestas compositivas del animal. Se han localizado las líneas más esenciales, se han resuelto algunas de las que planteaba la lámina anterior. Especialmente, me parece bien planteada la cabeza, que elimina el nuevo juego de líneas planteado a partir de la lámina 8 y recupera esa resolución de líneas fundamentales de la lámina 6.


El toro, lámina 11 (17 de enero de 1946)
Pluma y raspador, estampada sobre papel vitela con filigrana Arches
Finalmente, el toro. Un simple esquema  que imposibilita la eliminación de cualquiera de las líneas restantes. El toro que, sin alguna de esas líneas, ya no sería toro. Pero que, aun siendo un toro esencial, deificado, nunca ha dejado de proyectar, en ninguna de sus evoluciones, sombras sobre el suelo que pisa.


En: Arte

domingo, 8 de junio de 2014

Sueño de arena

Ese es el título de esta canción del georgiano "Dato" Juyadze (დათო ხუჯაძე), nacido en 1975 en Tiflis. La música no está mal, y a juzgar por otras canciones que he oído del tal Dato, su mejor canción. Sin embargo, reconozco que al tema llegué por casualidad, porque el objeto de mi búsqueda no era la música, sino el trabajo de animación en arena de su autora, la israelí Ilana Yahav.

Y en este sentido, también me puedo sentir defraudado, al menos si lo comparo con los trabajos de Ferenc Cakó o de Kseniya Simonova, con los que estoy más familiarizado.




En todo caso, quedémonos con ese juego del artista a ser dios, a concebir desde la nada y con la arena como único elemento, las diversas realidades que conforman un mundo.


martes, 3 de junio de 2014

Kirk Reinert... Hooch, Cooch, and Scootching

Kirk Reinert es un artista estadounidense que reside en el estado de Nueva York. 

Kirk descubrió que el dibujo era un talento natural a una edad muy temprana de haber sido introducido al arte por su abuelo, un caricaturista deportivo para el Cleveland Plain Dealer, y su tío, un animador. Después de su graduarse en la Escuela de Arte de Cooper, trabajó en la publicidad como ilustrador y diseñador y en 1981 estableció su propio estudio. 

Kirk se convirtió en uno de los principales ilustradores en los géneros de fantasía, horror y ciencia ficción. Durante su carrera ha pintado más de doscientas portadas de libros, incluyendo la serie Conan the Formidable y las novelas de Clive Barker. Su labor en este campo ha sido reconocida con numerosos premios, aunque también hay que citar su trabajo como diseñador de portadas de discos, películas e incluso diseño de juguetes. Sin embargo, en la última década se ha concentrado sobre todo en la producción de obras de arte, siendo especialmente reconocido en Japón.

En 1988, se dispuso a aprender el proceso de impresión litográfica en el prestigioso Atelier Ettinger en Nueva York. Kirk siente sin embargo que, incluso desde sus primeros días como ilustrador, se ha mantenido fiel a su estética. Aunque le gusta trabajar con óleo y acuarela, la mayoría de sus cuadros están pintados con pintura acrílica sobre tabla. Además, muchas de las pinturas de Reinert se han reproducido como impresiones artísticas de edición limitada.

La serie que traigo hoy fue realizada en 2011, y está ambientada en los burdeles y bares clandestinos de Nueva Orleans de principios del siglo XX. Se trata de siete pinturas, seis de las cuales son presentadas con unos textos que aportan ciertos datos apócrifos sobre unos personajes que bien pudieron formar parte de los suburbios de Storyville. Acompaño estas imágenes con su traducción (que me ha costado bastante, debo admitirlo, debido a los localismos e inmersiones en el mundo del vudú y ciertas localizaciones que he tenido que revivir. Admito, además, que me he sentido incapaz de dar una traducción satisfactoria del título).

Os invito a visitar esta galería, acompañándola con la música de la Original Dixieland Jass Band, banda originaria de Nueva Orleans, y que se puede considerar el germen y el culmen del nuevo sonido que iba a conformar el jazz. Voilà:



Hooch, cooch, and scootching


© Kirk Reinert

© Kirk Reinert

The Devil’s Music Story
ca. 1923, Bunsy Trade
La moral era una inquietud importante en la década de 1920. La Liga por la Moral de Nueva Orleans denunció a los "feroces invasores de la danza jazz" y durante los debates sobre los bailes de sociedad en Nueva York, el reverendo John Roach Straton de la  Iglesia Bautista del Calvario de la Calle 57 Oeste, fue más allá del púlpito y publicó la crónica de estos asuntos en los principales periódicos de la ciudad. Llamaba a la ciudad de Nueva York "una Babilonia moderna" y junto con "Satanás en los salones de baile", sus objeciones incluían los juegos de cartas, la música jazz, el teatro de Broadway, los vestidos escotados, las novelas románticas, el Museo de Historia Natural, el arte moderno, e incluso los caniches.
Bunsy Trade, fotógrafo oficial del Cotton Club capturó este momento especial en la noche de estreno en 1923.

Nota del autor: Por más que me duela estoy de acuerdo con el reverendo Straton, la evidencia aquí es irrefutable... ¡Satanás estaba en la sala de baile!
También se rumorea que tocaba el piano en Spanky Joes, en la calle 135 la noche de los martes.

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© Kirk Reinert

© Kirk Reinert


The Birth of Fabulous

fecha desconocida, Ernesto A. Gahulardi


A lo largo de la edad de oro de la fotografía, una carrera que abarca 55 años desde 1855 hasta 1910, Ernesto A. Gahulardi fotografió miles de mujeres hermosas. En sus últimos años, se dedicó exclusivamente a la elaboración de composiciones clásicas que emulaban pinturas renacentistas, temas mitológicos y bíblicos.
Esta fotografía (titulada por el autor) fue encontrada, junto con otras cinco antes nunca vistas, en una caja marcada como CONFIDENCIAL, en el apartamento francés de Ernesto, después de su muerte en 1910. Una pequeña anotación "¡fabuloso!" fue inscrita en su borde inferior izquierdo.


Nota del autor: Esta es, obviamente, una joven Ida y como con casi lo que respecta a ella, no conocemos prácticamente nada de sus primeros años como para poder establecer una fecha concreta para esta fotografía.

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© Kirk Reinert

© Kirk Reinert


Ida, Slave to Love
ca. 1891, Ernesto A. Gahulardi

Este retrato era un encargo personal. Sabemos por los diarios de Ernesto A. Gahulardi que estaba particularmente nervioso por esta composición porque Ida la Araña le había escrito una carta de seis páginas solicitándole y describiéndole los detalles exactos de cómo quería su retrato, incluyendo el título.

Aunque no han sobrevivido otras cartas o notas, este retrato es probablemente el aspecto más profundo en la personalidad de la enigmática Ida la Araña, o al menos del concepto que tenía de sí misma.


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© Kirk Reinert

© Kirk Reinert


Ida the Spider
fecha desconocida

La ironía y la paradoja de Ida es que ella es al mismo tiempo un enigma y una leyenda. Abundan las historias desde Basin Street desde Storyville* hasta Five Points* en Manhattan. Varios rufianes y muchos “beau sabreur”*. Poco más se sabe de sus días de juventud, aunque algunas fotografías de estudio han salido a la luz.                                  
Un joven
Jellyroll Morton escribió en una canción: "Ida la Araña, rompedora de hogares y deleitadora para los hombres…" [Corría el rumor de que tuvieron una pelea y que Ida tenía uno de los dientes tachonados con diamantes de Jellyroll en su gris-gris*.] Como escribió otro compositor, Robin el Martillo: "…leyó las cartas y enrolló el trapo, muchas cosas había en la bolsita de amuletos* de Ida la Araña ...".

Notas a la traducción:
*Storyville: barrio marginal de Nueva Orleans entre los años 1897 y 1917.
*Five Points: barrio marginal de Nueva York, crisol del jazz y, en cierto sentido, del modo de vida americano.
*galicismo para referirse a un galán aventurero.
*El gris-gris (o grisgrís), es un amuleto protector para el vudú, que contenía en su interior elementos tomados de los cuatro elementos con un significado astrológico oculto.
*Una “mojo bag”, en el hoodoo, es una bolsita de franela que contiene elementos mágicos. Funciona como un sinónimo del grisgrís.


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© Kirk Reinert

Satin & Chinchilla


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© Kirk Reinert

© Kirk Reinert


Tweet Tweet
hacia 1910, Anónimo

Venerada en Estados Unidos como la chica de tus sueños, famosa por sus ojos “seductores" y su grácil y delicada danza del ruiseñor.
 Nacida Fannie Mae Clackers. [Fotografiada aquí en el Salón Venus de
RAY BLATT en 1910]

... tú, radiante dríade alada de los árboles... donde la belleza no puede mantener sus ojos brillantes, o un nuevo amor languidece ante ellos más allá de la mañana.



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© Kirk Reinert

© Kirk Reinert


Bug
ca. 1904, Caleb Riis

Única lámina conocida de Caleb Riis, el hermano menor de Jacob A. Riis, fotógrafo y autor de CÓMO VIVE LA OTRA MITAD, publicado en 1890. Decidido a seguir los pasos de su hermano, Caleb se embarcó en un proyecto para tomar fotografías espontáneas de los distritos marginales de Storyville (Nueva Orleans) y del bajo Manhattan. Tenía la intención de titular esta colección CÓMO VIVE A LO GRANDE LA OTRA MITAD, antes de su desaparición en 1904.
La inscripción BUG fue grabada en la cubierta de esta lámina junto a las iniciales C.R.


Esta lámina fue descubierta en una casa de subastas de Nueva Orleans en 1963.


Nota del autor: Una referencia al nombre de BUG apareció en una cita del Jefe de Policía en un informe publicado en The Mascot en 1896. […los vecinos lo conocen como Bug. Un tipo divertido, manos pequeñas, y de aspecto un poco desastrado. Chico, dejó la bomba más jodidamente fétida cuando intentamos pescarlo.]

Vía: Web de Kirk Reinert

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