domingo, 13 de enero de 2013

Ya la hemos liado...

Pues sí. Ayer, por no publicar, publiqué una paradoja.

Y ahora me vienen a la memoria aquellos ratos en la facultad de filosofía: Creo que todos los que estudiábamos filosofía nos hemos sentido atraídos, en mayor o menor medida, por esas aporías razonables, que parten de premisas verosímiles, pero cuya resolución es tramposa, contradictoria: las paradojas. Y es que nos gusta contradecir a la realidad.

La infinitud del universo, la omnipotencia de Dios, la imposibilidad lógica del movimiento, la autorreferencia...

Irán saliendo por aquí algunas de estas paradojas, pues el tema ya me persigue. De alguna forma, ya apareció implícito aquí, en algunas de las pinturas de M.C. Escher.

La paradoja conlleva un placer estético. Y a pesar de que muchas de las paradojas (consideradas clásicas) han sido ya "resueltas", nos siguen resultando igualmente atractivas. Las de Zenón, la de Russell, las de los viajes en el tiempo...

Para terminar, vamos a referirnos a una -acorde a los tiempos que corren-, que se denomina "Paradoja del ahorro" (también denominada "de la austeridad"). Se formula así: si en tiempos de recesión económica (¿nos suena de algo?) todo el mundo dedicara una mayor porcentaje de sus ingresos al ahorro, la demanda caería en picado, habría una menor producción y, consecuentemente, incidiría negativamente en el ahorro pues éste sería cada vez menor. O dicho de otra manera: una medida "positiva" como es el ahorro incidiría de forma "negativa" en el propio ahorro.

Ya, es una paradoja formal. En teoría, debería contradecir al sentido común. Pero, ¿realmente lo hace?


2 comentarios :

  1. En el fondo para salir de la crisis, hace falta inversión en crecimiento, si solo se ahorra pero no se invierte no se genera valor con lo cual cada vez menos cosas son posibles.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eso es lo que dice el sentido común. Ya se sabe, el menos común de los sentidos.

      Gracias por pasarte y comentar, Jorge Juan.

      Eliminar