domingo, 5 de junio de 2016

Segundo plano

De la importancia que tiene, en ocasiones, un pequeño detalle, queremos aproximarnos en esta ocasión a Velázquez. No es un autor con el que uno se sienta cómodo hablando de él. Muchos son sus estudiosos, infinitos sus admiradores, y poco lo que yo pueda aportar. Pero es mi intención, personal y transferible, compartir el gusto por su obra (esa que no conoce erudición); y por otra, hablar de cierto aspecto que nos remonta a la pintura flamenca.

Nuestra primera parada en el camino será el pintor neerlandés Pieter Aertsen (1508-1575). Pintor de gran habilidad, se dedicó a la producción de pinturas religiosas en su primera etapa, al gusto de la Contrarreforma, pintando a los personajes bíblicos, por ejemplo, con la indumentaria propia de la época, y con edificios contemporáneos que enmarcaban las escenas religiosas en la Ámsterdam del siglo XVI. Pero nos interesa, sobre todo, la importancia que fueron adquiriendo en sus obras elementos cotidianos (especialmente, alimentos), dejando la escena religiosa relegada a un segundo plano.

Fijémonos, por ejemplo, en este famoso bodegón:

Pieter Aertsen, A Meat Stall with the Holy Family Giving Alms, 1551
Pieter Aertsen, Bodegón con la huida a Egipto (1551)
Museo de Arte de Carolina del Norte

En primer plano, toda suerte de alimentos derivados de la carne, entre otros yantares. Aunque el cuadro está lleno de elementos simbólicos (el suelo lleno de mejillones, que simbolizan la lujuria; los peces, que hacen referencia a la cuaresma; el cartel situado en la esquina superior derecha que anuncia la venta de ciertos terrenos...), lo que nos llama la atención es la escena religiosa, que queda relegada a un discreto segundo plano, donde podemos ver a la sagrada familia, en su huida a Egipto. María, que se ha detenido ante un pobre, le da limosna. Este segundo plano, por lo tanto, dota a esta obra de un carácter moralizante.

Los dos siguientes cuadros de Aertsen representan la escena de Cristo en casa de Marta y María, recogida en el Evangelio de San Lucas (10: 38-42). Al fondo, María escucha a Jesús sentada a sus pies mientras su hermana, Marta, le recrimina que no la esté ayudando en los quehaceres de la casa. Jesucristo interviene:

"Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada".

Esa interpretación hace de esta obra una alegoría y, en cierto sentido, una vanitas. Los quehaceres que distraen a Marta están simbolizados en un primer plano, representan las "distracciones" mundanas, alimentos y placeres estéticos. María, por el contrario, representa la vida espiritual.


Pieter Aertsen, Cristo con María y Marta (1552)
Kunsthistorisches Museum de Viena

Pieter Aertsen, Christ in the House of Martha and Mary (1553)
Pieter AertsenCristo en la casa de Marta y María (1553)
Museo Boymans Van Beuningen, Róterdam

El mismo motivo, Cristo en casa de Marta y María, lo encontraremos en algunas obras de Joachim Beuckelaer (Amberes, 1533-1574), sobrino de Aertsen y discípulo aventajado. Al igual que en la obra de su maestro, Beuckelaer destacó pintando bodegones al gusto de la época, donde podremos encontrar  esos "cuadros dentro del cuadro", un segundo plano apenas perceptible tras un bien surtido y copioso bodegón. Segundos planos, casi grisallas, que a veces se introducen en la propia cocina del primer plano con elementos arquitectónicos alejados de la realidad doméstica de la época, y donde la prolijidad de los manjares y utensilios representados no responden a una visión realista de la escena. El espectador notará cierto desorden y una enorme desmesura en los elementos que componen el primer plano. La aspiración del artista es deslumbrar al espectador con su virtuosismo técnico, y dotar a la obra de un lenguaje moralizante bien conocido en la sociedad burguesa de la época.


J. Beuckelaer, Christ in the House of Martha and Mary(1565)
J. BeuckelaerCristo en casa de Marta y María (1565)
Royal Museums of Fine Arts of Belgium, Bruselas


J. Beuckelaer, The Well-Stocked Kitchen (1566)
J. Beuckelaer, La cocina bien surtida (1566)
Rijksmuseum, Amsterdam


J. Beuckelaer, Christ in the House of Martha and Mary (1568)
J. BeuckelaerCristo en casa de Marta y María (1568)
Museo del Prado, Madrid
Joachim Beuckelaer, The Four Elements: Fire (1570)
J. BeuckelaerLos cuatro elementos: fuego (1570)
National Gallery, Londres

El tema fue reproducido por numerosos pintores flamencos, y también italianos, como podemos ver esta obra del cremonés Vincenzo Campi, o, con una estética ya plenamente barroca, en la del holandés Pieter de Bloot.


Vincenzo Campi, Cristo nella casa di Maria e Marta (ca. 1580)
Vincenzo Campi, Cristo nella casa di Maria e Marta (ca. 1580)
Galleria Estense, Modena

Pieter de Bloot, Christ in the House of Mary and Martha (1637)
Pieter de Bloot, Christ in the House of Mary and Martha (1637)
Museo Liechtenstein, Viena

Pero no queremos llegar tan lejos. Detengámonos en la pintura italiana, por la clara influencia que también tuvo en Velázquez.

En Italia también se combinaron las escenas domésticas con las religiosas. Acabamos de verlo en el cuadro de Campi. Anteriormente lo habíamos visto en una obra de Jacopo Bassano (en esta entrada sobre Lázaro y el mendigo), También en la obra que pongo a continuación podremos ver la misma combinación de elementos que sus predecesores flamencos: la escena de Marta y María (incluyendo a Lázaro, que enfatiza el contraste entre opulencia y pobreza), los elementos arquitectónicos de una cocina poco realista, sobreabundancia de viandas y utensilios domésticos (aunque menos exagerada que en la pintura flamenca). Sin embargo, la diferencia con respecto al estilo flamenco es notable. El uso del color negro anuncia ya el barroco; coexisten el espacio interior y el exterior de forma irreal; no destaca el bodegón sobre la escena religiosa, sino que comparten protagonismo, dejando el fondo para dar sensación de profundidad al cuadro; finalmente, la pretensión naturalista (expresiones, gestos, miradas) del pintor es mucho más relevante.


Jacopo Bassano y Francesco Bassano, Gesù Cristo nella casa di Marta e Maria di Betania (1577)
Jacopo Bassano y Francesco BassanoGesù Cristo nella casa di Marta e Maria di Betania (1577)
The Museum of Fine Arts, Houston

Algunas de estas obras serán bien conocidas en el siglo XVII. La multitud de grabados y estampas que circulaban por la Europa de la cristiandad ayudó a difundir los temas y también el estilo. Velázquez no iba a ser la excepción.

Sin ir mucho más lejos, a Francisco Pacheco, maestro y también suegro de Velázquez le debemos un interesante cuadro, pintado para una cofradía de la caridad del Hospital de Alcalá de Guadaíra (Sevilla), lamentablemente desaparecido en la Guerra Civil, y del que sólo se conserva esta imagen:


Francisco Pacheco, San Sebastián atendido por Santa Irene (1616)
Francisco Pacheco, San Sebastián atendido por Santa Irene (1616)
En Pacheco, pintor notable aunque no excepcional, podemos apreciar las influencias flamencas e italianas, ciertas tendencias manieristas anticuadas y, no se nos escapa, un segundo plano que representa una escena bíblica (en este caso, el Martirio de San Sebastián). En primer plano, Santa Irene atiende al santo martirizado, postrado en la cama, maltrecho por sus heridas.

Y por fin, Velázquez...


D. Velázquez, Cristo en casa de Marta y María (1618)
D. Velázquez, Cristo en casa de Marta y María (1618)
National Gallery, Londres

Este pequeño lienzo, obra de juventud del pintor sevillano, nos muestra también una doble escena. En primer término, una escena doméstica, en la que una joven maja unos ajos en un almirez; junto a ella, una anciana parece recriminarle algo. Su dedo señala, sin embargo, a una ventanilla que da a otra estancia, donde se desarrolla el encuentro entre Cristo y las hermanas Marta y María.

La representación de esta escena es objeto de debate, pues de ser una estancia trasera, no comparte el mismo punto de fuga que la mesa de la estancia del primer plano; otros críticos lo entienden como un cuadro dentro de otro cuadro, como sirviendo de interpretación religiosa a lo que está ocurriendo en la cocina; incluso, se comenta la posibilidad de que fuera un espejo (idea reforzada por el hecho de que Jesucristo esté bendiciendo con la mano izquierda).

En cuanto a la técnica, Velázquez da buenas muestras de su técnica moderadamente tenebrista, bien alejadas ya del manierismo que aún perduraba en su maestro, usando tonalidades terrosas que pronto iba también a desechar. Pero no sólo la técnica distancia a Velázquez de los pintores flamencos en los que se inspiró para la confección de esta obra.

Si comparamos el cuadro con el de los precedentes flamencos, no veremos rastro alguno de suntuosidad en la cocina; la técnica es deslumbrante pero la intención del autor no es impactar al espectador con su dominio de las diferentes texturas, o dicho de otra forma, este dominio es inherente al artista, se da por hecho; y esto deja una cocina sencilla, austera; unos ajos, una guindilla, unos peces y un par de huevos.

El recurso de la duplicidad espacial será utilizado por Velázquez en más ocasiones, como es bien sabido. Muy próxima en su ejecución, nos encontramos también con esta otra obra de su periodo sevillano,

D. Velázquez, La cena de Emaús (entre 1617-1622)
D. Velázquez, La cena de Emaús (entre 1617-1622)
National Gallery, Dublín

No profundizaremos ahora en ella, pues se merece una entrada aparte. Sí señalamos el retrato bíblico (en este caso, el de la aparición de Cristo a dos discípulos en Emaús, también de Lucas), en la esquina superior izquierda, a través de un ventanuco de la cocina; y una escena en primer plano, un bodegón. La discusión acerca de que la escena bíblica fuera un añadido posterior nos arroja también algunas dudas sobre el anterior cuadro.

Lo que sí es cierto es que, en las obras cumbre de Velázquez, este recurso, el de la duplicidad espacial, iba a alcanzar cotas posiblemente insuperables en la historia de la pintura. Me refiero, cómo no, a Las meninas (1656) y Las hilanderas (1658). Lejos quedan ya las influencias de Aertsen y Beuckelaer; el bodegón, a estas alturas, se había declarado autónomo, y sus interpretaciones religiosas o morales eran ya cosa del pasado.

D. Velázquez, Las meninas (1656)
D. Velázquez, Las meninas (1656)
Museo del Prado, Madrid

D. Velázquez - Las hilanderas o La fábula de Aracne (ca. 1658)
D. Velázquez - Las hilanderas o La fábula de Aracne (ca. 1658)
Museo del Prado, Madrid

Quisiera terminar esta entrada con la lectura de este artículo en el blog Historia del Arte, de David Gutiérrez Pulido, y al que poco más he podido añadir.

También, la interpretación teresiana que ofrece este artículo puede resultar de interés.


4 comentarios :

  1. Excepcional artículo sobre Arte, destacando la maestría con que a través de un determinado hilo conductor, su autor nos introduce sencilla y sabiamente en el objeto de su estudio sobre Velázquez.

    Esta es la verdadera obra divulgativa que enriquece la Red.

    ENHORABUENA.

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    1. Muchas gracias, don Gonzalo. Sus palabras son siempre muy amables. Pero me temo que no destilo mucho sabiduría, sólo muchas horas detrás de cada entrada.

      Saludos ;)

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  2. Interesantísima tu entrada sobre esta evolución del uso de ese segundo plano, primero como una escena que aporta la clave interpretativa de lo que vemos en el primer plano, convirtiéndolo, como bien dices en una vanitas, pero también en cierto modo de una manera un pco canónica, ortopédica, luego cómo progresivamente primer y segundo plano se van integrando de un modo más coherente, y muy especialmente la recepción que Velázquez hace de este recurso, cómo en un primer momento sigue bastante ad pedem litterae lo que hacen los flamencos (Sevilla era una de las entradas del arte flamenco en España) y luego de un modo mucho más sutil, más matizado, donde primer y segundo plano se combinan tanto en el significado como en la cohesión formal de un modo genial. Gracias por abrirme los ojos a cosas en las que de otro modo no hubiese reparado, y por haber hecho que hoy no me acueste sin haber aprendido algo nuevo.

    Saludos ;)

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    1. Sinceramente, yo también he aprendido mucho elaborando esta entrada. De Velázquez hay mucho que aprender, porque él mismo aprendió mucho de buenos maestros. En este caso, dando pasos de gigante donde otros daban pequeños pasos sin saber bien adónde se dirigían.

      Saludos ;)

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