Entre las vicisitudes que me han alejado del blog estos días, sumándose al tradicional (y frenético) inicio de curso escolar y al postrer letargo en el que nos sume el verano, cuento también con el hecho de tener que asistir, durante estas últimas dos semanas, a unas sesiones de fisioterapia (me imagino que intentando encajar arduamente lo que con tanta facilidad los años desencajan). Traigo aquí la anécdota porque me llamaba mucho la atención el soneto de Manuel Alcántara (Málaga, 1928) que me recibía en la puerta de la clínica. No es que yo hubiera reparado nunca en la literatura de este señor, conocido columnista de la prensa local, que vive en mi mismo pueblo (hablo ahora del Rincón de la Victoria), y al que nunca he visto en persona pese a compartir, tal vez, las mismas calles, las mismas tiendas, los mismos cafés. Tal vez esta "cercanía" desde tiempos inmemoriales (con su foto diaria en el periódico y con su sempiterna columna de opinión sobre cualquier tema de actualidad) hace que nunca me haya dado por indagar en su obra. Pero allí estaba el soneto, antes y después de que me dieran los ultrasonidos y las corrientes y los masajes y todas esas maniobras que combaten el dolor físico con más empeño (me temo) que resultados.
Radiografía
Detrás del bien urdido parapeto
de músculos, tejidos y alegría;
tras la provisional cristalería
de las venas, reside, hondo, el secreto.
¡Qué vocación de muerto en mi esqueleto!
En el cliché de la radiografía
he visto al que seré -quién sabe el día-
el día en el que Dios me ponga el veto.
Me vive en la extensión roja y espesa
un vertical difunto ensimismado,
un huésped mineral de la ternura.
No es que me importe, pero qué sorpresa,
que me flote en la sangre un ahogado,
que esté de pie y tenga mi estatura.
Reflexión sobre nuestra osamenta que aprovecho para traer por aquí las obras (tres lienzos y un dibujo) que Van Gogh pintó entre los años 1885 y 1888, utilizando tan macabro motivo, destacándose sobre todo la primera de ellas (por sorprendente) rezumando un sutil sentido del humor poco habitual en la obra del holandés.
Calavera con cigarrillo (1885-86) |
Cráneo (1887-88) |
Cráneo (1887-88) |
Esqueleto (ca. 1886) |
Jejejejeje, muy buena forma de entrar a una clínica con semejante soneto. Así va uno con otro ánimo, jejeje.
ResponderEliminarEspero que ya estés mejor.
Un saludo.
¡Qué bueo el poema! Me encanta lo de "he visto el que seré, quién sabe el día" no hay manera más concisa de decirlo, sí señor.
ResponderEliminarHablando de todo un poco, espero que estés bien, ánimo, que el curso ya está empezado, sólo queda rematarlo...
Muy bueno, tiene un regusto con mucha sátira, casi tan típicamente español que veo ciertas cada palabra que resuena del poema. De los lienzos, el que más me ha gusta es el primero. El penúltimo no se ha cargado. No sé si será un problema de mi conexión. Revísalo por si acaso. Saludos!!
ResponderEliminarLo he revisado, y carga sin problema. Gracias por el aviso igualmente, Sonia.
EliminarQuerido Enrique:
ResponderEliminarEn primer lugar siento mucho que no te encunetres bien y tengas que acudir al fisio.
El dolor físico acaba afectando mucho por positivo que uno sea.
respeto a la entrada, no conocía estos versos y me encantan, sobre todo la última estrofa es !genial!
Y además acompañada con unos dibujos fantásticos
!Qué te recuperes pronto amigo y un besazo!!!!
Gracias, Amparo.
EliminarAún sigo con dolencias, pero van a menos, espero que lo suficiente como para evitar una operación quirúrgica. Me alegro que hayas disfrutado de estos versos de mi paisano, a mí me han gustado mucho también. No sabría decir qué estrofa más... Tal vez esa imagen del "difunto ensimismado" o la "vocación de muerto". Palabras muy "vivas", ¿no?