La condición humana. Me seduce mirar, una y otra vez, la humana calavera. Símbolo de nuestra condición efímera, y de la vanidad de nuestros actos y pensamientos.
La reflexión sobre la condición humana no conduce, de la mano de artistas contemporáneos, necesariamente a especulaciones más o menos sombrías. Rescatan la dosis de ironía que ya los maestros flamencos del siglo XVII dejaban adivinar en sus obras, a veces mirando con sarcasmo las glorias vanas de la belleza; en otras, pintando la otrora circunspecta osamenta de un divertido color rosa.
Los fotógrafos Roberto González Fernández y David Trullo confeccionaron este divertido montaje fotográfico donde se fotografiaron a sí mismos disfrutando de los "placeres de la vida" (pata de jamón serrano incluida), sobre el túmulo en el que yacen jóvenes. Juventud que, sin esos "placeres", ¿en qué hubiera quedado?
Vanitas vanitatis, 2007 |
La siguiente es obra del escultor estadounidense Nathan Mabry (n. 1978), presenta dos calaveras de bronce sobre pedestal de madera. Las máscaras de animales (la trompa de un elefante para la escultura masculina y el hocico de un camello para la femenina) dotan a la pareja escultórica un sentido histriónico de múltiples interpretaciones. No descarto las sexuales.
Vanitas-She y Vanitas-He, 2008 |
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Por último, la obra de Lola Kabuki, que parte de un dibujo original con tinta y acuarela. El resultado es una obra irreverentemente colorida tras sufrir un proceso de retoque digital. Y esa irreverencia es la que marca la tendencia: no nos divierte la muerte, pero al menos se procura que no nos amargue la vida.
La muerte es rosa, 2014 |
Enlace: Lola Kabuki
No he podido resistirme a la tentación de pensar en esa otra muerte rosa de André Breton, que no explica pero tampoco contradice las vanidades que aquí se exponen.
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No he podido resistirme a la tentación de pensar en esa otra muerte rosa de André Breton, que no explica pero tampoco contradice las vanidades que aquí se exponen.
La muerte rosa
(La mort rose)
(La mort rose)
Los pulpos alados guiarán por última vez la barca cuyas
velas están hechas de ese solo día hora a hora
Es la velada única tras la cual sentirás subir por tus cabellos
el sol blanco y negro
De los calabozos rezumará un licor más fuerte que la muerte
Cuando se la contempla desde lo alto de un precipicio
Los cometas se posarán suavemente en los bosques antes
de fulminarlos
Y todo pasará dentro del amor indivisible
Si el motivo de los ríos nunca desaparece
Antes de que sea completamente de noche observarás
La gran pausa de la plata
Sobre un pescador en flor aparecerán las manos
Que escribieron estos versos y que serán husos de plata también
Y también golondrinas de plata sobre el oficio de la lluvia
Verás el horizonte abrirse y de pronto habrá acabado el
beso del espacio
Pero el miedo ya no existirá más y los cristales del cielo y del mar
Volarán por el viento con más fuerza que nosotros
Qué haré yo con el temblor de tu voz
Sonríe danzarina alrededor del único lustro que no caerá
Trampa del tiempo
Subiré los corazones de los hombres
Para una suprema lapidación
Mi hambre dará vueltas como un diamante demasiado tallado
Trenzará los cabellos de su hijo el fuego
Silencio y vida
Pero los nombres de los amantes se olvidarán
Como la adónica gota de sangre
En la luz enloquecida
Mañana engañarás a tu propia juventud
A tu gran juventud luciérnaga
Los ecos solos harán moldes de todos los lugares que existieron
Y en la infinita vegetación transparente
Te pasearás con la celeridad
Que se pide a los animales de los bosques
Acaso te desgranes entre mis despojos
Sin verlos lo mismo que uno se arroja sobre un arma fluctuante
Pero yo perteneceré al vacío semejante a los Peldaños
De una escalera cuyo movimiento se llama muy penoso
Para ti los perfumes desde entonces los perfumes prohibidos
Lo angélico
Bajo el musgo esponjoso y bajo tus pasos que no existen
Mis sueños serán vanos y formales como el rumor de los
párpados del agua en la sombra
Me introduciré en los tuyos para sondear la profundidad
de tus lágrimas
Mis llamadas te dejarán dulcemente vacilante
Y en el tren hecho de tortugas de hielo
No tendrás que tirar de la señal de alarma
Llegarás sola a esta playa perdida
Donde una estrella descenderá sobre tus equipajes de arena
Versión de Manuel Álvarez Ortega
En: Arte, Poesía
Como siempre, excelentes tus aportes. Me ha gustado mucho esta miscelánea cultural.
ResponderEliminarSaludos!
Visiónes muy interesantes y creativas sobre un tema que tanto aterra al ser humano, la muerte. Un aire de humor negro vuela sobre estas creaciones, un guiño interesante a lo clásicamente tratado, a veces, con la pomposa intención de hacernos recapacitar sobre nuestro final.
ResponderEliminarLa Muerte Rosa de André Breton da el cierre perfecto a tu publicación.
Comparto tu pasión por las Vanitas y me parece muy buena la frase "no nos alegra la muerte pero al menos se procura que no nos amargue la vida".
Saludos.
El hombre teme a la muerte. La posibilidad de morir lo aterra sin entender que ella no es más que un paso natural y obligatorio de la vida. Y cuando lo comprende, el hombre juega con ella, como con la moneda, a cara o cruz,, como con las cartas, sabiendo que no puede guardar un as en la manga, o como en la rayuela, procurando llegar al cielo, donde supone que ha ganado la partida. sin entender que con la muerte no se gana ni se pierde, simplemente se llega ¿Quien sabe cuando? Por eso, como dice Mirta, es tan importante la frase: Procura que no nos amargue la vida. Excelente raconto. Un magnífico despliegue de notables puntos de vista. Gracias maestro.
ResponderEliminarGenial como siempre Enrique. La muerte, como muchos otros procesos de la vida forma parte de la naturaleza humana.
ResponderEliminarEncantada de que contaras con "La muerte es rosa" para realizar este post. Muchísimas gracias! ;-)
Ahora que veo esta entrada no recuerdo si la había visto ya. Me gusta mucho la vanitas de Lola Kabuki con su irreverente rosa, que combina bien con el poema de Breton, aunque veo al poeta muy distraido con imágenes sin enfrentarse del todo al hecho definitivo e irreparable de la muerte. Tanto para el que cree que la muerte es un final absoluto como para el que espera/teme el juicio de Dios, la muerte es algo temible y terrible que no se puede mirar cara a cara, como decía La Rochefoucauld.
ResponderEliminarPor cierto, me encantan los montajes de Roberto González Fernández y su compañero, son muy frescos y tienen bajo la sonrisa una carga de profundidad interesante.
Excelente entrada, Enrique,
Vanitas rosa... Desde luego la primera fotografía tiene una buena carga de ironía. En cuanto a la escultura y la pintura de Lola Kabuki las desconocía y por último, de la poesía, me encanta el momento final que describe.
ResponderEliminarUna entrada muy completita, saludos!!