martes, 2 de julio de 2013

Las geopoéticas del matrimonio White

El poeta escocés Kenneth White escribió un artículo titulado "La revelación de lo real. El arte fotográfico de Marie-Claude White". Introducía un catálogo de la obra fotográfica de Marie-Claude, su esposa, una obra que prácticamente está relegada al olvido. No era así en el año 99. Dos años antes, en versión de Álvaro García, vio la luz también en Málaga, un precioso libro de poemas de Kenneth White, Atlantica (1986). Me tocó vivirlo de cerca.

Hoy he rescatado del fondo de un baúl el catálogo, del que os traigo el artículo de Kenneth y la serie de fotografías de su esposa Marie-Claude.

Marie-Claude White
Marie-Claude White
"Aunque la buena pintura sea muy escasa, escribe Lewis Mumford1 en Técnica y civilización, la buena fotografía lo es quizás todavía más." Y perfila su pensamiento diciendo que "el cometido del fotógrafo es clarificar el objeto". "En general, prosigue, despreciamos los objetos o los simplificamos asociándolos a alguna necesidad práctica. Es la fotografía lo que nos permite reconocer estos objetos bajo la forma independiente que les crean la luz, la sombra y la penumbra." De hecho, la buena fotografía es "el mejor acercamiento a un sentido completo de la realidad", que nos lleva, paso a paso, a conocer "las últimas simplicidades".
Semejante trabajo, concluye, requiere "paciencia y comprensión". En este contexto de "paciencia y comprensión", de "reconocimiento", de "clarificación" y de "últimas simplicidades", es donde quisiera situar el arte fotográfico de Marie-Claude White.
Entendámonos ante todo sobre la palabra "arte", ya que algunos niegan esta cualidad de arte a la fotografía. Habida cuenta de la cantidad de pobres invenciones que se acumulan y se extienden bajo el nombre de "arte", el fotógrafo podrá, con toda tranquilidad e incluso útilmente, pasarse de la palabra ("el arte es una tontería", decía Rimbaud).
Pero miremos las cosas más de cerca y consideremos los criterios de base. El arte sería "activo", crearía realidad, trabajando la materia. Nada hay de todo esto en fotografía. En fotografía, el lado "activo" de homo faber (hacer, marcar), le está negado. Si la necesidad artística primera (¿primaria?) consiste en revolver la materia (Freud hizo algunas observaciones a este respecto) y de ejercer la dinámica del gesto (dinámica en la cual el espectador, visceralmente, participa), como en pintura y escultura, la fotografía no lo satisface. Toda en contemplación, en composición, en cálculos, la fotografía satisface sin duda alguna exigencia más difícil. De forma útil, se podría quizás distinguir un arte-creación (más o menos sobrecargado de ingenuidad y de suficiencia demasiado humanas) y un arte-revelación.
No es que toda fotografía sea reveladora. Cuando hablo de arte revelador en fotografía, pienso en una ínfima porción de la producción fotográfica. Paso pues rápidamente sobre todo lo que sólo es reportaje de un lado, formalismo de otro (todos estos parasoles multicolores en las playas, todas estas hileras de coches deslumbrantes...), todo lo que repite hasta el infinito el tema de moda (el año pasado, las factorías abandonadas; este año, las muñecas; el año próximo, los relojes de pared), así como todo lo que pronto podrá tener de "virtual" la fotografía numérica, por interesarme sólo en un arte fotográfico que revela el mundo.
A sabiendas de que no hay escritura (válida) sin lectura (profunda), Marie-Claude White pasó largos años escrutando con paciencia y comprensión, la superficie (faz) de la tierra. Fueron estanques recubiertos de hielo, líquenes sobre rocas, bosques escarchados... Otros se habían precipitado inmediatamente hacia las galerías con sus clichés bajo el brazo. Marie-Claude White (no conozco artista más escrupulosa y a quien le guste menos hacerse notar) ni siquiera lo pensó. Para ella, eran trabajos de aproximación. Ella llevaba en mente una poetización más fina, más sutil.
Paciencia y comprensión. Mientras otros se abalanzaban sobre el nuevo "tema de moda", la naturaleza, ella prosiguió y profundizó sus investigaciones. Henri Cartier-Bresson, que no es el menos inteligente de los fotógrafos, declaró un día que lo que faltaba en fotografía era el dibujo, la caligrafía. Eso es justamente lo que se encuentra en la fotografía de Marie-Claude White. De ahí, el hecho interesante, revelador, de que su trabajo fuese comprendido y apreciado más rápidamente en el ambiente de la pintura y el grabado que en el de la fotografía.
De hecho, a menudo, en el ámbito que sea, el discurso profesional del momento impide ver de una forma nueva y de ver lo nuevo. De un modo general, en presencia de un arte auténtico el discurso esteticista se detiene, las categorías habituales se caen, las estructuras simbólicas (que permiten al ser humano verse en el mundo sin verlo nunca) se derrumban, nos encontramos frente a una desnuda realidad: "¿Quién dijo que mis poemas son poemas? escribe el poeta (monje poeta zen) Ryōkan2. Mis poemas no son poemas. Cuando hayáis comprendido que mis poemas no son poemas, podremos empezar a hablar de poesía". Basta sustituir la palabra "poema" por "fotografía" para tener una excelente introducción a la obra de Marie-Claude White
Su trabajo, a menudo nos revela una correspondencia discreta con la estética chino-japonesa (paisaje de "montaña y agua", piedras de viaje...) en sus momentos más despojados. En estos últimos años, con obras realizadas partiendo de la contemplación de las arenas o de las cortezas, su trabajo adquiere un alto grado de fuerza y de claridad, donde, por hablar esta vez un lenguaje occidental, el espíritu de geometría alcanza el espíritu de finura en lo que podemos con validez llamar una geopoética. 
Finalmente, más allá de Oriente y de Occidente, más allá del realismo de lo imaginario, lo que queda es el vacío y el fenómeno: la garza blanca desapareciendo en la niebla... Marie-Claude White ha alcanzado ese estado al que llega el pensamiento (el pensamiento meditativo, contemplativo) cuando, habiéndose trabajado y retrabajado, puede expresarse en toda su plenitud a través de un pequeño grupo de caracteres, de signos: el casi nada que dice, que indica el todo. Frente a sus obras, a ejemplo del poeta clásico, anónimo, sobrecogido de repente por la extraña belleza de la tierra, como si verdaderamente no la hubiese visto nunca, se puede decir: Quis hic locus, haec plaga mundi? ("¿Cuál es este este lugar, esta playa del mundo?").
Mumford, L.: Técnica y Civilización (1934)
Ryōkan: El gran tonto. Poemas chinos


CATEGORÍAS: Fotografía, Ensayo

7 comentarios :

  1. Paciencia y comprensión, en efecto, una aproximación discreta, poética, una mirada que huye de la espectacularidad en aras de una penetración en la esencia del sujeto, de una búsqueda formal que tiene un correlato filosófico que se podría rastrear en los maestros taoístas.
    Maravillosa la fotografía de Marie-Claude White, y estupenda entrada y vídeo.
    Me alegro de ver que ya estás algo más desliado y vuelves a publicar.
    Un saludo, Enrique

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    1. Gracias, José Miguel. Pues sí, ahora toca recuperar el ritmo, al menos lo que permita el verano.

      En cuanto a las fotos, sin duda están más próximas de las filosofías orientales que con nuestra forma de entender el mundo.

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  2. En general, esta entrada me ha encantado Enrique. Marie-Claude White me ha parecido minimalista al 100% y francamente, cuando he llegado a la sección de Huellas y trayectorias, creí que aparecería una huella en la arena, como la que tengo fotografíada...jajaja.... La verdad es que me identifico bastante con esta forma de entender la fotografía. Aquí se la trata como aproximación, yo la identifico con perspectiva de la realidad, dependiendo de la ubicación del fotógrafo, pero claro, yo no soy una profesional de la fotografía, pero admiro mucho lo que, para mí, este arte muestra. Saludos!!
    P.D.: El vídeo me ha parecido muy cortito, podrías dejar algún enlace con más trabajos sobre ella, me ha sabido a poco.

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    1. Como ya te comenté, no hay más nada. Una lástima.

      Las fotografías de Marie-Claude buscan la desaparición de la firma e incluso de la cámara. Su mirada es la que podría proyectar el sol sobre la arena, sin intermediación del ojo humano.

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  3. Genial Enrique. Al igual que las pinturas, me apasiona también la buena fotografía. Gracias por hacerme saber de Marie-Claude White, y el video con la maravillosa música de Kítaro, ni hablar, estupendo, me ha transportado a un mundo mágico. No puedo más que decir: ¡Que gran post amigo! Saludos.

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    1. Hacía años que no escuchaba nada de Kitaro, pero al preparar el vídeo se me vino a la mente y pensé que era el más idóneo.

      Gracias por tu comentario, Álex. Me alegra que te haya gustado esta entrada.

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