miércoles, 5 de junio de 2013

El diablo y la muerte en un grabado de Durero

En 1513, Alberto Durero compuso El caballero, la Muerte y el Diablo, primero de los tres grabados considerados magistrales del artista alemán. Empleó la técnica del grabado a buril, que consiste en el trazado de surcos sobre una plancha de metal, en este caso de cobre, que luego se usará como molde para imprimir la imagen en papel con la ayuda de una prensa.

Los tres grabados presentan características comunes, como la composición recargada llena de simbolismo y su profundo carácter alegórico, y parecen formar una trilogía. Atendiendo a una clasificación medieval de las virtudes, éstas serían la vida activa (virtud moral), representado por el figura del noble caballero; la vida meditativa (virtud teologal) que trataría en San Jerónimo en su gabinete (1514); y la vida intelectual, de las ciencias y las artes, representado en su magnífica Melancolía I (1514).

En este primer grabado, aparece el caballero montado en un caballo, notablemente representado, al que acechan dos siniestros personajes: la Muerte, que cabalga también sobre un viejo rocín, de monstruoso aspecto, que lleva una corona custodiada por serpientes y un reloj de arena, accesorio habitual que recuerda que la vida es transitoria. Junto a la calavera de la esquina inferior izquierda, la obra nos sugiere una vanitas. Un perro, símbolo de la fidelidad, acompaña al caballero en su fatal empresa. Más inquietante aún es el Diablo que acecha con aspecto cabruno las andanzas caballerescas. La ciudad que aparece al fondo podría ser Jerusalén, y por lo tanto, nos encontramos en Hinón, un valle cercano metafóricamente identificado como el acceso al infierno en la vida más allá de la muerte. En este entorno hostil debe prevalecer la virtud del caballero, al que ni la muerte y las tentaciones podrán detenerlo a pesar de su funesto destino.

Ritter, Tod und Teufel (1513)

CATEGORÍAS: Arte, Grabado

8 comentarios :

  1. muy interesante, se te olvido comentar el simbolismo de la lagartija. un abrazo

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    1. No está muy clara. El texto de Erasmo en el que está basado dice: “Para que no te dejes apartar del camino de la virtud porque te parezca abrupto y temible, porque tal vez hayas de renunciar a las comodidades del mundo, y porque constantemente has de combatir contra tres enemigos en lucha desigual, que son la carne, el demonio y el mundo, te será propuesta esta tercera norma: todos esos espectros y fantasmas que se abaten sobre ti (…) has de tenerlos en nada”.

      El lagarto toma el sentido opuesto al del caballero, por lo que entiendo que es un elemento simbólico contrario al del caballero. El caballero busca la salvación de su alma. Tal vez el lagarto busca, por cobardía, la salvación del cuerpo.

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  2. Durero es mucho Durero!
    Las clases de grabado siempre me encantaron. Algún día tendré que hacer una entrada con todos los míos, aunque no sé que pintarían en un blog de viajes.
    Un saludo

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    1. Me hubiera encantado aprender a hacer grabados, te envidio.

      En cuanto a lo del blog, tal vez deberías hacerte uno más personal (en mi caso, me cansé de mantener un blog específico porque te atan mucho a la temática). Otra opción, por la que me decanté, es mantener al menos dos blogs. Me encantará ver esos grabados.

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  3. Durero siempre ha sido uno de mis predilectos. Desde una clase en el instituto donde nos pusieron diapositivas y vi Manos que Oran y su autorretrato, me declaré fan.

    Saludos.

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    1. Como acaba de escribir Pilar, Durero es mucho Durero. Es un gran maestro, pero es que en la época hubo unos pocos, ¿no crees?

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  4. Gracias por desgranar los simbolismos anexos a la imagen, porque el arte renacentista tiene una fuerte carga conceptual que hay que tener en cuenta y sin la cual la obra no se entiende, más allá del hecho de que estéticamente nos guste o no, que en este caso es una maravilla, pero sin esa otra parte se queda demediado, como el vizconde de Italo Calvino.

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    1. Veo que también compartimos afición por la obra de Calvino, al menos en lo que a su trilogía se refiere.

      Tienes razón que, además del placer estético -indudable- de las obras del Renacimiento y del Barroco, sin su componente intelectual nos estamos quedando sólo con la mitad de la obra.

      Saludos :)

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