Vértigos o contemplación de algo que termina
Esta lila se deshoja.Desde sí misma caey oculta su antigua sombra.He de morir de cosas así.
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Figuras y silencios
Manos crispadas me confinan al exilio.
Ayúdame a no pedir ayuda.
Me quieren anochecer, me van a morir.
Ayúdame a no pedir ayuda.
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Extracción de la piedra de la locura [fragmentos]
Sin el perdón de las aguas no puedo vivir. Sin el mármol final del cielo no puedo morir.
Hubiese querido más que esto, y a la vez nada.Cada hora, cada día, yo quisiera no tener que hablar. Figuras de cera los otros, y sobre todo yo, que soy más otra que ellos. Nada pretendo en este poema si no es desanudar mi garganta.
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De su libro Extracción de la piedra de la locura (1968), publicado cuatro años antes de su muerte. No hubo extracción de la locura, o bien, la extracción de la locura es la muerte. Hablamos, claro está de Alejandra Pizarnik.
Alejandra Pizarnik |
Jo, no me funciona en enlace... :-(
ResponderEliminar¿Cuál de los dos? Los he comprobado, y a mí me abren sin problema.
EliminarEl último enlace. El de la obra de Pizarnik.
EliminarPero ya probaré desde otro ordenador. No sería la primera vez que el portátil no me abre un pdf y el de sobremesa sí.
Prueba con botón derecho sobre el enlace y guardar destino como.
EliminarLa locura, tratada de tantas formas diferentes desde la enfermedad a la genialidad; desde la realidad a la falacia; un punto de ella es necesario, sino no habría quién pudiese aguantar tanta mierda cómo hay!
ResponderEliminarUn abrazo Enrique!!!!
Todo un tema, desde luego. Algún día habrá que dedicarle una entrada (o una serie, quién sabe).
EliminarMe quieren anochecer.. ¡qué frase! Me encanta Alejandra Pizarnik, siempre me he sentido fascinado por esta estirpe de poetas suicidas, Pizarnik es una de las más intensas que yo haya leído, su libro "extracción de la piedra de la locura" me parece un indispensable en la literatura en castellano y lo que escribió sbre Eszther Bathory es adictivo.
ResponderEliminarNo sé si habremos manejado los mismos libros. En mi juventud leía mucho de esas "antologías de poetas suicidas". Especialmente una de una biblioteca, que me encantaba, que me sentí tentado a llevarme. No lo hice, y fíjate que lo lamento.
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