viernes, 2 de noviembre de 2012

La ciudad que asesinó a los mitos

En esta memoria de los días y sus ficciones acuden, de forma sigilosa, objetos y sujetos a quien debo dar las gracias.

El sueño de la razón produce monstruos
(F. de Goya, 1797-99)
Tal vez no se entienda bien, pero mi primer agradecimiento "público" va a recaer en una ciudad. No seré capaz de visitarla, de recorrer el trazado de su pavimento e inmiscuirme en la vida de sus ciudadanos; incluso su localización en el mapa me resultaría dificultosa si no recurriera a la fuente. El tiempo, condenado a ser sucesivo, impide una regresión generosa a su notorio pasado. Y a Tales sólo llego a través de un libro soñado pues se asegura que ni siquiera escribió ninguno. Sólo una idea -en realidad, dos, y a ver cómo nos la apañamos para unificarla- merece mi atención. Pues en esta ciudad nació la razón, creadora de monstruos y liberadora de sueños; imperial y parlamentaria; arquitecta invisible del pensamiento.

Y es que en esta cuna nació Tales, indiscutido sabio de Grecia. Su grandeza, que ni la más absoluta ingenuidad de sus pensamientos empequeñece, se debe a la designación de un principio filosófico para darle una explicación al mundo (aquello de que el agua era el principio de todo, y que todo estaba lleno de démones). ¿Ingenuo, verdad? Sí... y no. Suponía la idea de un principio físico más allá de cualquier teogonía primitiva. La segunda idea, que seguramente no le perteneciera al propio Tales ni a ningún milesio, se debía a una explicación racional de la atracción que el imán ejercía sobre los metales. En cualquier caso, observación directa, empírica y una consiguiente superación del mito.

Esta ingenuidad no está privada, pues, de algo importante: pensar más allá de lo preconcebido. Es un hecho que la mayor parte de nuestros pensamientos no nos pertenecen, han sido ya pensados por otros, y por otros antes que estos. Devolver al pensamiento la ingenuidad de Tales, y devolvernos nuestra capacidad de asombro, eso es algo que sólo una vez, leyendo a Nietzsche, pude sentir. Sin este sentimiento, algo no habría nacido en mí. Debo agradecer, pues, que en Mileto se favoreciera la existencia de hombres como Tales, Anaximandro o Anaxímenes.


6 comentarios :

  1. Creí que hablarías de los sueños de Goya, pero parece que fueras tú, quien durmiendo sobre la mesa, hayas soñado con la ciudad que dio nombre a figuras cuyos pensamientos aun hoy se consideran importantes para la formación del hombre... y la pesadilla es que no llegó a muchos...jeje. Saludos!!

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  2. Vaya con Mileto...
    Dicho como tu lo explicas a esa ciudad le debemos entonces todo cuanto somos, porque fue el origen que rompió cadenas ¿no?
    Muy ilustrativo...

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    1. Pues en cierto sentido, sí. Romper con el mithos no era fácil en absoluto. Hablar de ciencia en un momento en el que el sol era un carro de fuego tirado por caballos, cuyos rayos eran dardos, cuyos fenómenos atmosféricos eran tenidos por acciones divinas... era dar pasos de gigante.

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  3. Presentas este relato con tanta gracia y hermosura, y me has sorprendido maravillosamente, te seguía pensando hacia donde ibas... y vaya, qué prodigio. Gracias

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    1. Muchas gracias, María Eugenia. Realmente me has sacado los colores.

      Saludos :)

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