La sal. Para los sintoístas, elemento purificador. Así, en los combates de sumo, se esparce sal antes del combate para la purificación del lugar. La tradición bíblica también le concede una especial relevancia: detiene la corrupción, combate lo insípido.
Motoi Yamamoto se sirve de la sal, únicamente, para crear sus maravillosas creaciones. Podéis consultar parte de su obra, de una paciencia infinita, aquí. Lo más conocido de su arduo trabajo son, sin duda alguna, los laberintos de sal. Insto al lector a que investigue el resto de su obra, y no se pierda su forma de trabajar en los vídeos que hay subidos en youtube o vimeo, por ejemplo.
En la serie que os pongo a continuación podemos apreciar la minuciosidad de su trabajo, y también sus constantes: vastedad de sus instalaciones como si de desiertos se trataran, derivación de lo informe en intrincados laberintos de gran perfección formal aunque caóticos, fisuras en su estructura interna y límites rotos.
Vaya!!... otro aspecto sobre la sal que yo no conocía...jaja...y acabo de empezar el día como quien dice.
ResponderEliminarA ver si luego con el PC puedo acceder a la serie que propones. Un saludo.
Ay, estos dispositivos móviles... Me traen por la calle de la amargura...
EliminarYa me dirás qué te parecen sus instalaciones.
VAYA!!!.... desde luego denota una mente muy metódica y muy, pero que muy paciente. No he entrado a visitar la obra del autor, me he limitado a la que dejas en tu blog, y sólo se aprecia en blanco. La sal que precisamente se puede volver en colores. Magnífico trabajo el del artista porque asombra muchísimo lo concienzudo del trabajo en sí.
EliminarUffff, que paciencia...
ResponderEliminarSin duda. Eso sí, el resultado lo merece.
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