El diablo, la serpiente, y una vanitas

Hoy vamos a acercarnos (otro día nos explayaremos) en una obra de Nicola Verlato.

Still

Verlato es uno de los artistas más interesantes a mi juicio del movimiento lowbrow al que ya nos referimos con más profusión aquí y cuyos pasos pueden seguirse en más de cien galerías de todo el mundo.

Nació en Verona (Italia, 1965). Comenzó a pintar muy joven, recibiendo formación académica de la mano de Fra' Terenzio, un monje del monasterio de Lonigo (cerca de Verona) donde pasaba los veranos. Estudió también laúd y composición en el Conservatorio de Verona, y más tarde se dedicó a la guitarra eléctrica, por su pasión por la música rock.

Pasó trece años en Venecia, donde estudió Arquitectura (aunque no terminó la carrera) y luego se trasladó a Milán, donde comenzó a adquirir fama en su país. En 2004 se trasladó a Nueva York, donde consiguió una mayor proyección internacional. Actualmente, vive en Los Angeles.

Sus cuadros combinan técnicas tradicionales (pintura al óleo y dibujo) con programas de diseño gráfico en 3D (Maya, ZBrush).

La obra que presento hoy aquí es una vanitas, género al que también le hemos dedicado espacio en este blog. Veremos una clara referencia a la muerte (la calavera) y a los placeres terrenales (guitarra y amplificador) que nos vienen a recordar que, ante la llegada de la que siega, nada tiene importancia. Nadie mejor que Verlato para sustituir el laúd (que veremos en muchas vanitas del barroco) por una guitarra eléctrica, ¿no os parece? La fragilidad de la vida está representada por unos pantalones y lo que parece ser un cenicero con figura (en la esquina de la mesa), ya que están a punto de caerse. El elemento cilíndrico que hay sobre la mesa no he podido identificarlo. Hay un cuadro al fondo, aunque está medio cubierto por una cortina roja. Interpreto que debe ser por el carácter hermético de la muerte, que desvela una realidad pero oculta otra. Y dos animales, un ratón... y el diablo.

Así como la simbología del ratón no tiene una literatura muy definida (y creo que el artista lo incluye para reforzar la idea de que la carne es alimento de alimañas e insectos). Sin embargo, la simbología de la serpiente sí que es extensísima. Veamos las más comunes (para una enumeración exhaustiva recomiendo la lectura del artículo en el Diccionario de símbolos, de Cirlot):

• Sabiduría. Es habitual en la tradición occidental ver a la serpiente como conocedora de grandes arcanos, de la ciencia más allá del bien y del mal. 
• Femineidad. En contraposición al árbol, que simboliza el principio masculino (Adán y Eva).
• Poder protector. ¿Cuántas serpientes no habremos visto protegiendo divinos tesoros?
• Símbolo de la resurrección, por su muda de piel, o de la juventud eterna. La representación de esta rueda de la vida podemos verla en la representación del uróboros.
• Fuerza vital, ligada a los principios ctónicos.
• En psicología (Jung), aparece como fuerza interior. Tiene un lado positivo, asociado a la fuerza creativa, pero también negativo, como un principio destructor y maligno.
• Símbolo del mal. Representación del diablo en el cristianismo primitivo. Esta cualidad negativa absoluta no se aprecia en el pensamiento oriental.

Volviendo al cuadro, no hay que obviar tampoco la asociación que existe entre el diablo y el rock. La serpiente se yergue sobre la guitarra, como deidad protectora. Puede simbolizar la eterna juventud diabólica de la música frente al humano devenir. Es también el diablo, el que acuna y se lleva a los rockeros. Esa calavera podría ser la del rey lagarto Morrison, la del pacifista Lennon, la de la voz desgarrada de Joplin, la de las percusiones ancestrales de Bonham o Moon, la del alcohólico Scott, la de su satánica majestad Brian Jones, la del saurio Bolan,...

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