Entenderéis el chiste, pero es cierto que ante el éxito (en lo personal, lo otro es puro añadido) de mi última entrada, me permití tomar un pequeño descanso, contraviniendo lemas marcados a fuego, impulsos irrefrenables propios y vencimientos al sueño.
Pero ya basta, que imperios más vastos se han perdido por relajación en sus exigencias, doctrinas más firmes se han deshecho en sutiles interpretaciones, y esquemas rígidos se han quebrado por la incursión de una pequeña fisura.
Así que mi imperio, que es pequeño, que no goza de gran firmeza y que mucho menos es rígido, se debe a una llamada a la obediencia y el restablecimiento del orden. Y ese orden dictaba que los días vencidos por el sueño (que justificaran la ausencia a mi anotación diaria en el blog) debían materializarse con durmientes. Pero si antes lo hice recreándome en su condición más física y palpable, hoy lo hago en la más abstracta: la representación de lo onírico.
Y es que, bajo la forma de un durmiente, transita un río de imágenes sin proporción, materia del sueño, liberación del inconsciente reprimido.
Hoy sólo voy a poneros un cuadro, uno de mis preferidos de la historia del arte. Se trata de El sueño (1912), de Franz Marc (1880-1916).
Se trata de una obra de madurez del pintor alemán, realizada en Sindelsdorf, una pequeña localidad bávara próxima a los Alpes, donde comenzó su "verdadera" carrera como pintor. En esta obra se pueden percibir rasgos de August Macke y W. Kandinsky. Podremos apreciar semejanzas entre los artistas, pero también su sello personal. En el caso de Marc, los coqueteos con la abstracción nunca lo apartaron totalmente de la representación de la realidad, aunque en una dimensión mística, rechazando de plano los elementos de la ciudad, y sublimando los de la naturaleza. Los animales serán sus representaciones más habituales, y el colorido adquirirá rango de código.
La obra que nos ocupa se trata de una imagen nocturna (como podemos apreciar por el color negro del cielo), aunque contrasta fuertemente con el colorido del resto. El centro lo ocupa una mujer, posiblemente la mujer que sueña una imagen edénica de concordia entre los humanos y los animales que la rodean sin que ninguno de ellos parezca entrañar peligro alguno.
En cuanto a la técnica, podemos apreciar una clara influencia del cubismo francés, en el uso de colores primarios a los que carga de simbolismo -aunque en esta obra no parece claro, lo que ha llevado a algún crítico a restar valor alegórico a la obra en pos de una interpretación más poética-. Y también del futurismo italiano, por el empleo de las figuras con carácter rítmico.
CATEGORÍAS: Arte, Pintura
Nunca había entrado en tu rincón y me ha agrado mucho. gracias
ResponderEliminar¿Cómo que no? Rabillo de pasa...
EliminarExcelente aporte y un cuadro hermoso, colores tan vivos que hacen perfecta armonía con el fondo negro de tu blog. Saludos!
ResponderEliminarGracias. Escribo blanco sobre negro para evitar, como dicen los escritores, entrentarme a "la página en blanco" :)
EliminarTambien me recuerda un poco a Chagall
ResponderEliminarY a Robert Delaunay, con quien encontrarás parecidos en la paleta de colores.
EliminarCon Chagall tiene en común lo onírico, aparición de animales, aunque el pintor ruso tiene una mayor carga surrealista, sus paisajes oníricos son también fabulosos.
Que chulo. Me han encantado los colores, ni me he fijado en el cielo negro hasta que lo has mencionado en tu escrito :)
ResponderEliminarYo creo que es intencionado. El negro no era un color que le gustara, y al que ha querido darle muy poco peso en el conjunto global de la obra.
EliminarSaludos, Juan Román.
Qué bonito el cuadro. Quedaría de miedo en mi salón, jejeje
ResponderEliminarUn saludo.
¿Y qué hay de los Klimt?
EliminarA mí me ha llamado la atención de esa fierecilla amarilla frente a la figura femenina y los caballos... ¿será el gato?...
ResponderEliminarLo amarillo en Marc viene asociado a lo femenino y la alegría vital. Quién sabe, nunca lo había visto así ni he leído a ningún crítico que viera ahí un gato. Pero es cierto que recuerda un poco al gato de Chesire (Alicia, en la versión Disney).
EliminarHa sido bueno curiosear por aquí y encontrarme con una descripción tan cercana de un cuadro. Da placer leerte.
ResponderEliminarGracias, María Eugenia.
EliminarUn placer tenerte como lectora y que hayas encontrado el sitio agradable.
Que magnífica elección y qué gusto que nos introduzcas en este autor que en efecto tiene un aire a Kandinsky, es una preciosidad, Gracias Enrique
ResponderEliminarGracias a ti, José Miguel, por la visita.
EliminarSaludos.
Nos ponemos un poco cubistas y entramos sin problema, Félix.
ResponderEliminarUn saludo
Todo un conjunto de emociones, sensaciones, historia.... inmersa en este cuadro ;) me ha encantado este post Enrique, Saludossss
ResponderEliminarGracias, Gema.
EliminarMe alegro que me hayas hecho esta visita.